El tabaquismo es una de las principales causas prevenibles de enfermedades y muertes a nivel mundial. A pesar de las campañas de salud pública, muchos fumadores encuentran extremadamente difícil dejar de fumar de manera definitiva. Sin embargo, el avance de la tecnología ha permitido el desarrollo de productos menos nocivos, como los cigarrillos electrónicos o dispositivos de vapeo, que representan una herramienta eficaz para reducir los riesgos asociados al consumo de tabaco. Este artículo explora los beneficios del vapeo desde la perspectiva de la reducción de daños, respaldado por estudios realizados en varios países, y compara sus efectos en la salud frente al tabaquismo tradicional.

¿Qué es el vapeo?

El vapeo consiste en la inhalación de un vapor generado por un dispositivo electrónico que calienta un líquido (conocido como e-líquido o líquido de vapeo). Este líquido suele contener nicotina (aunque hay versiones sin ella), propilenglicol (PG), glicerina vegetal (VG) y aromatizantes. A diferencia de los cigarrillos tradicionales, el vapeo no implica combustión, lo que significa que no se generan muchas de las sustancias tóxicas presentes en el humo del tabaco, como el alquitrán y el monóxido de carbono.

Comparativa entre fumar y vapear: Reducción de daños

El concepto de reducción de daños se refiere a minimizar los riesgos para la salud sin necesariamente eliminar el comportamiento de consumo. En el caso del tabaquismo, dejar de fumar es el escenario ideal. Sin embargo, para quienes no logran hacerlo, pasarse al vapeo puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades relacionadas con el tabaco.

Fumar:

  • Produce más de 7.000 sustancias químicas, de las cuales al menos 70 son conocidas por ser cancerígenas.
  • La combustión del tabaco genera alquitrán, monóxido de carbono y otras toxinas que afectan el sistema cardiovascular y respiratorio.
  • Está vinculado a enfermedades crónicas como el cáncer de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y enfermedades cardíacas.

Vapear:

  • No genera combustión, por lo tanto, no hay liberación de alquitrán ni monóxido de carbono.
  • Los estudios han demostrado que el vapor contiene significativamente menos toxinas en comparación con el humo del tabaco.
  • Se considera hasta un 95% menos perjudicial que fumar, según informes de Public Health England (2015).
  • No está asociado a enfermedades cardiovasculares graves o cáncer de pulmón, al menos en la magnitud observada en fumadores.

Evidencia científica internacional

Diversos estudios en todo el mundo han mostrado el potencial del vapeo como herramienta de reducción de daños:

  1. Reino Unido: En 2015, Public Health England publicó un informe clave que concluyó que vapear es aproximadamente un 95% menos dañino que fumar. Este organismo ha promovido el uso del vapeo como una estrategia para reducir el tabaquismo, alentando a los fumadores a cambiar a dispositivos electrónicos.

  2. Francia: La Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria (ANSES) ha declarado que aunque el vapeo no es inocuo, es mucho menos dañino que fumar cigarrillos tradicionales y puede ser útil como una herramienta de reducción de daños.

  3. Estados Unidos: La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha aprobado algunos dispositivos de vapeo como productos de "modificación del riesgo", destacando que los riesgos son mucho menores que los cigarrillos convencionales.

  4. Canadá: Health Canada ha adoptado un enfoque progresivo hacia el vapeo como herramienta de reducción de daños. Un informe de 2018 indica que el cambio al vapeo puede disminuir significativamente los riesgos para la salud de los fumadores.

  5. Nueva Zelanda: El Ministerio de Salud ha respaldado el uso del vapeo como una alternativa menos dañina al tabaco. En su informe, afirman que vapear es mucho menos dañino que fumar y que puede ayudar a reducir las tasas de tabaquismo en la población.

  6. Resto del mundo: Países como Suecia y Noruega han promovido políticas que consideran el vapeo como una herramienta para disminuir el consumo de tabaco y, en última instancia, reducir los daños asociados.

Componentes de los líquidos de vapeo

Los líquidos de vapeo generalmente están compuestos por los siguientes elementos:

  • Propilenglicol (PG): Es un aditivo alimentario que se utiliza para transportar la nicotina y los sabores. Se ha considerado seguro para el consumo humano en diversas aplicaciones, y su uso en el vapeo no ha mostrado efectos adversos.

  • Glicerina vegetal (VG): Utilizada como agente espesante, se deriva de aceites vegetales. Al igual que el PG, se emplea en la industria alimentaria y cosmética, y es segura para el consumo humano.

  • Nicotina: Aunque la nicotina es adictiva, no es el principal causante de enfermedades graves como el cáncer o las enfermedades cardíacas, siendo el humo del tabaco el principal culpable. El uso controlado de nicotina en los líquidos de vapeo puede ayudar a los fumadores a reducir su dependencia gradualmente.

  • Aromatizantes: Son los componentes que proporcionan el sabor al vapor. Estos aditivos están aprobados para su uso alimentario.

Impacto en la salud de los componentes del vapeo

Los componentes principales del vapeo, el PG y el VG, no se han asociado con efectos graves para la salud cuando se inhalan en las concentraciones típicas de los dispositivos de vapeo. El vapor exhalado se disipa rápidamente en el ambiente y no tiene un impacto en las personas de su entorno, no existe la figura del vapeador pasivo, como puede verse en los estudios del investigador del CSID Joan Grimalt en comparación con el humo de los cigarrillos.

Consideraciones finales

Pasarse de fumar a vapear representa una opción significativamente menos perjudicial para los fumadores que no logran dejar la nicotina por completo. Los estudios científicos de todo el mundo respaldan la idea de que el vapeo puede ser una herramienta eficaz dentro de la estrategia de reducción de daños, especialmente cuando los cigarrillos tradicionales han demostrado ser tan devastadores para la salud.

El futuro del vapeo en la salud pública debe basarse en la evidencia científica continua, con un enfoque en la minimización del daño. Para millones de fumadores, el vapeo puede ser una oportunidad real de reducir el riesgo de enfermedades graves y, finalmente, mejorar su calidad de vida.